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Transcripció de la conferència de Pasqual Maragall:
BARCELONA BECOMING A COSMOPOLIS
Seminario Cracovia-Barcelona “Changing visions – visions of change”
30 de marzo de 2007
Muchísimas gracias. Quiero agradecer la invitación, hablar delante de ustedes en este
seminario, es un placer para mí conocer una nueva ciudad, mi pasión son las ciudades.
Como muchos de ustedes, considero que las ciudades son una construcción que
representa más que ninguna otra a la humanidad entera, quizá más que la política en
general, más que las naciones, más a veces incluso que el arte, porque las ciudades son
arte, y son al mismo tiempo política.
La verdad es que tuve la suerte de ser alcalde de una ciudad que adoro, que es mi
ciudad, Barcelona, desde 1983 a 1997. He vivido antes de ese período y después del
mismo período, trabajando en la misma plaza, de San Jaime, primero como funcionario,
como economista, como funcionario del Ayuntamiento de Barcelona, luego como
teniente de alcalde, luego como alcalde y con ligeros intervalos con algunas excursiones
fuera del país, finalmente en el Palau de la Generalitat como presidente de Cataluña.
Miren, la Barcelona democrática ha forjado su proyecto a través de y por medio del
civismo y la cultura. Y también proponiendo a las ciudades como un elemento de
reflexión cultural. Este es el objetivo principal del Centro de Cultura Contemporánea. Y
poder observar que se enriquece con colaboraciones como la que han establecido con el
Centro Internacional de Cultura de Cracovia demuestran que la utopía de nuestra ciudad
es la utopía de muchas ciudades europeas, de otras ciudades europeas, en definitiva, que
es una utopía compartida, y cuando las utopías son compartidas dejan de ser utópicas
para convertirse en realidades activas.
La globalización y los procesos migratorios han convertido el internacionalismo
histórico de finales del siglo
XIX
y principios del siglo
XX
en una utopía cívica, en una
utopía que se puede materializar, que deja de ser un puro sueño para ser algo que se
puede construir, y esa utopía cívica requiere una presencia mayor en la vida diaria de los
poderes próximos, en el amplio sentido del término que se da en la política europea.
En un mundo en el que por supuesto todo cambia, quedarse en unos principios generales
de igualdad, faltos de proximidad, faltos de calor y de color diría, puede acabar
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�generando un sorprendente vacío político. Y tenemos ejemplos dramáticos, yo diría, y
recientes. Hay que moverse, hay que moverse con los tiempos porque de otra manera
cometeríamos, si no lo hiciéramos cometeríamos dos errores: primero no aprovechar
suficientemente las inmensas posibilidades de la democracia local como sistema de
integración de la diversidad, y Europa es sobre todo una diversidad que trata de ser al
mismo tiempo algo en común, una unidad. Si no se hace a partir de las ciudades veo
muy difícil que se haga de ningún otro modo.
Y en segundo lugar, no tener en cuenta que el propio concepto de soberanía nacional se
va ablandando a medida que el principio eminente de la igual dignidad de los poderes
va creciendo, de todos los poderes, a todos los niveles. Digo que ese principio de igual
dignidad, de todos ellos, va creciendo, y un nuevo contenedor global, que se llama
Europa, se va afirmando. Miren, uno de los principios que ha orientado mi trayectoria
política y representativa ha sido el principio de la proximidad, es decir, el principio de
que quien tiene la carga de la prueba, como decían los latinos, quien tiene que demostrar
su relevancia son los poderes lejanos, no los poderes próximos.
Estamos acostumbrados, porque venimos de una Europa de las naciones, unas naciones
que además se han peleado entre sí, pero en todo caso muy convencida de la
importancia de la nación, de que otros poderes que no fueran los poderes nacionales se
tendrían que justificar. Yo creo que estamos llegando al mismo tiempo a la aceptación
de un contenedor común mucho más grande que es toda Europa, no las naciones de
Europa sino el conjunto de esas naciones, Europa. Y al propio tiempo, admitiendo que
en esa Europa o todo se hace partiendo de abajo o nos equivocaremos, y que el único
principio racional de organización de los poderes en la escala de menor a mayor es por
descontado partiendo de las ciudades. Y que por tanto las ciudades tienen que tener un
beneficio, tienen que gozar del beneficio de la duda, como se dice, tendrían que ser
respetadas como en principio el contenedor de casi todo lo que son funciones públicas.
Ustedes me dirán: pero está el ejército, está la moneda, está la política monetaria,
etcétera, muy bien. Pero vayamos singularizando lo que no es próximo y actuaremos, yo
creo, de forma lógica y de forma coherente. Cuando en Barcelona nos planteamos
desarrollar un proceso de reparación física, de mejora física de la ciudad y de su
urbanismo, acercando la cultura a los barrios y reconstruyendo el espacio público no
-2-
�hicimos más que aplicar ese principio. Que era el principio también dentro de la ciudad
y que lo importante no era la ciudad como abstracción sino la ciudad como suma de
espacios, de plazas, de calles, de barrios y dándoles a los barrios, a las calles y a las
plazas una singularidad y una personalidad. En aquel momento recuerdo que invitamos
a muchos artistas, muchos de ellos no catalanes, no españoles, ni siquiera europeos,
muchos americanos por cierto también, escultores, pintores, etcétera, escultores sobre
todo, a que dignificaran a la ciudad con sus aportaciones, Ellsworth Kelly, Bryan Hunt,
en fin, una serie de artistas importantes vinieron a completar lo que en Barcelona ya
había sido, gracias a las exposiciones universales, una constante. Mies van der Rohe
creó su gran obra óptima, es decir, el modelo total de Mies van der Rohe es
probablemente su construcción en Barcelona, aparte de la Silla Barcelona que también
él construyó. Esta ciudad entonces se ofreció a los grandes artistas de la época, en ese
momento americanos, porque en América en los años ochenta la escultura y el arte
estaban rompiendo moldes y con mucha calidad. Digo que Barcelona se ofreció como
escenario de este festival artístico permanente que son las construcciones, las estatuas,
los monumentos. También ahí yo creo que la ciudad tiene un papel relevante.
Ahora mismo en Nueva York, en el Metropolitan Museum of Art se ha inaugurado una
exposición que yo todavía no he visto pero que iré a ver y que por supuesto a todos los
que puedan ir les recomiendo que puedan visitarla, se llama Barcelona and Modernity,
Barcelona y la Modernidad, de Gaudí a Dalí. Es una muestra absolutamente esencial
para entender lo que esta ciudad sobre todo fue en los años diez, en los años veinte, en
los años treinta. No debe sorprender que la exposición empiece explicando quién era
Ildefons Cerdà. Ildefons Cerdà fue el creador de la retícula urbana de Barcelona.
Barcelona era la ciudad medieval, con sus murallas, y en el mismo año que Viena, en
1860, esas murallas cayeron para dar paso a un ensanche de la ciudad, lo que se llama el
Ensanche de Barcelona, pero este Ensanche era lo contrario de la ciudad gótica y de la
ciudad romana, era un Ensanche racional, europeo, pensado, con chaflanes, pensado
para la circulación de vehículos ya, que ha funcionado luego históricamente como un
modelo de ciudad racional. Yo creo que esa forma urbana, esa transformación de
Barcelona, la convirtió de ciudad provincial en una de las ciudades más dinámicas del
Modernismo y de la arquitectura en Europa. A finales del siglo XIX y a principios del XX
Barcelona ya tenía los atributos de una ciudad avanzada, de una ciudad cosmopolita.
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�Nunca antes Cataluña, sin embargo, había sido seguramente tan conocida y tan
respetada como cuando su capital se convirtió en un escenario interesante en sí. Por
tanto esta contradicción entre ciudad y nación, que existe sin ninguna duda, y luego les
pondré algún ejemplo, hay que tomarla con gran [?]. Es decir, hay una contradicción y
hay una tensión pero no necesariamente esta tensión ha sido una tensión dramática.
Es verdad que cuando Barcelona en los años ochenta, en los últimos años ochenta,
empezó a dibujar ese proyecto tan potente desde Cataluña, desde el Gobierno de
Cataluña y desde el nacionalismo que gobernaba entonces Cataluña, se vio esa pulsión y
ese empuje como una amenaza y se teorizó, ahora lo estábamos comentando, en
términos de una vuelta de las ciudades europeas y concretamente de Barcelona a la
Hansa.
¿Por qué la Hansa? Porque la Hansa, y ustedes saben de esto mucho más que nosotros,
representaba una Europa de las ciudades potentes que se relacionaban entre ellas sobre
todo a través del mar pero también en el continente sin demasiada preocupación por la
nación a la que pertenecían. Eran realidades en sí mismas desde el punto de vista
económico y casi desde el punto de vista jurídico. La Hansa creó un derecho mercantil,
unas costumbres, unos métodos de relacionarse que pasaban por encima de la nación y
hacían de la ciudad el elemento base de un mapa creado por puntos muy potentes, por
encima de la nación o aparte de la nación, que eran las ciudades. Eso es curioso porque
en estos años ochenta y noventa en que Barcelona se lanza al mundo y presenta su
candidatura a los Juegos Olímpicos, pero también a una gran actividad en el terreno
intelectual, en el terreno artístico, en el terreno arquitectónico, etcétera. Ese argumento
del peligro hanseático se expresó y se formuló. Lo digo porque en esta ciudad y en otras
ciudades como esta posiblemente ocurra a veces, pueda ocurrir a veces lo mismo, una
cierta desconfianza de la nación respecto a la ciudad. Bien, todo eso empezó en
Barcelona, ese movimiento hacia arriba de Barcelona es muy anterior y empieza a
principios del siglo
XX
(y es importante este dato) con el presupuesto de cultura del
Ayuntamiento de Barcelona del año 1907.
En el año siete, claro, entonces los alcaldes no son elegidos, son nombrados por el poder
superior todavía, pero muere un alcalde o se pone enfermo un alcalde y los concejales
eligen ellos, de entre ellos, a un concejal alcalde, Pérez-Bastardas, y este señor, que es el
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�primer alcalde entre comillas electo, lo primero que hace es decir: “Vamos a hacer un
presupuesto de cultura”. Este señor entiende que en la cultura se juega todo, y cuando
decimos cultura aquí queremos decir cultura y educación, porque de hecho lo que hizo
ese presupuesto de cultura fue empezar a crear escuelas
[…]
de las teorías pedagógicas y empezó a crear escuelas locales. ¿Cómo lo hizo? Barcelona
se fue a Madrid, al Gobierno de Madrid y dijo: “Madrid no tiene mar, Barcelona sí, por
tanto ustedes tienen que admitir que las escuelas nacionales sean como sean, pero tiene
que haber una escuela del mar, que explique el mar porque es una realidad que nosotros
tenemos y ustedes no tienen: “Escola del Mar”, primera. “Pero es que además tenemos
el bosque de Montjuic: “Escola del bosc”. Y así siguiendo, Barcelona empezó a crear
escuelas municipales. Eso es enormemente importante porque esto es decirle a la nación
y a los ciudadanos que quien educa no es el Estado, ni siquiera la nación, que quien
educa es la ciudad. Claro, una nación tiene que estar muy segura de sí misma para
aceptar este cambio de roles.
Y por descontado que esos presupuestos de cultura del Ayuntamiento de Barcelona y
luego toda la labor pedagógica de la Mancomunidad, diez, quince años más tarde,
fueron vistos siempre con gran desconfianza por parte del Estado español hasta que
llegó la República en el año 1931-32 y ahí este sistema se generalizó. Pero ustedes
saben que todo eso terminó muy mal, porque España fue el banco de pruebas de una
guerra que acabaría siendo mundial, una guerra entre el pasado y el futuro, entre la
pedagogía y la violencia, si ustedes quieren o, por decirlo con palabras más caritativas,
el Gobierno de Mano Dura. Durante este período, que va de 1907 a 1936, es cuando
empieza la Guerra Civil española y de hecho la Guerra Mundial, porque la Guerra Civil
española fue el preludio de esa Guerra Mundial, se pusieron las bases de lo que luego en
los años ochenta, en los años noventa, en el siglo
XX,
Barcelona desarrolló. Esto es un
poco, si ustedes quieren, nuestra historia.
No sé si les han contado que dicen que Roosvelt, ya en silla de ruedas, comentó, esto lo
explicaba Arthur Miller en un libro muy pequeño que no ha leído nadie y lo tengo que ir
explicando porque a ver si corre, se enteran. Dijo, parece ser (habrá que comprobarlo,
por supuesto, los historiadores) dijo, “My great error was the not intervention in the
Spanish Civil War”, “Mi gran error fue la no-intervención en la Guerra Civil Española”.
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�Yo creo que fue el gran error no de Roosvelt, el gran error de Europa, porque de este
modo, se fraguaron las condiciones que permitieron que la tragedia de la Segunda
Guerra Mundial, con los millones y millones de muertos, que ustedes conocen mejor
que nadie, llegara. Probablemente si la Guerra Civil española hubiera sido entendida
como lo que realmente fue y era, que es el inicio de una confrontación total entre dos
constituciones, una democrática y una no, de la realidad europea, todo esto se hubiera
evitado.
Pero volvamos a la situación nuestra democrática. Yo creo que el mérito principal de la
gestión democrática en Barcelona fue la síntesis y la realización con transparencia de un
urbanismo que a lo que iba no era a poner nuevas paredes sino más bien a quitar paredes
y obstáculos a la visibilidad. Es una ciudad muy densa Barcelona, es una ciudad de cien
kilómetros cuadrados, ni siquiera, el término municipal estricto, otra cosa es el área
urbana real, de cuatro, cinco millones, cuatro y medio seguramente millones de
habitantes. Pero la Barcelona municipal es como París exactamente, cien kilómetros,
diez por diez, cien kilómetros cuadrados. Y ahí lo que convenía ya, después de los años
de construcción, de los años cincuenta, de los años sesenta, de los años setenta, etcétera,
era más bien tirar paredes que levantar paredes. Por supuesto poner arte, por supuesto
nuevas construcciones, por supuesto nueva arquitectura, pero sobre todo abrir las
puertas al mar, tirar todas las barreras que sembraba el tren, que separaba la ciudad de la
playa, del mar, del agua, y crear visibilidad, crear perspectivas, que en esta ciudad en
todo caso era lo que faltaba. En lo que respecta a la escuela, a la lengua, impulsamos el
concepto de la ciudad educadora que se corresponde con esta idea de que es la ciudad la
que debe educar más que la nación como he dicho antes. Ofrecimos una nueva
dimensión a la condición de ciudad como ámbito educativo y por tanto cultural, y
también a la relación entre la escuela y la sociedad con propuestas que ya como, luego
más tarde, como presidente de la Generalitat el año 2006, empezamos a extender al
resto de Cataluña.
Bien, yo creo que podemos decir que entendimos que la ciudad es producto de la
coincidencia de usos y de mezclas distintas, y ante las desigualdades que se habían
generado en el período anterior de desarrollismo económico sin freno, apostamos por la
cohesión social y por el progreso económico. A nivel urbanístico queríamos evitar la
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�privatización del espacio público que se produce cuando no se permite el desarrollo de
una vida colectiva creativa.
Como dice Sigmund Baumann, a lo largo de las últimas décadas se ha puesto de relieve
una paradoja que es absolutamente relevante: "Cuando más se desvaloriza el espacio,
menos protectora es la distancia y más obsesivamente la gente traza fronteras. Y es en
especial en las ciudades donde se produce esa furiosa actividad. Emprendemos la
búsqueda de diferencias justamente para legitimar las fronteras.” Bien, en los barrios,
esas fronteras horribles de los barrios americanos en los que uno tiene que entrar
enseñando el carné de identidad o pagando, en los que el suelo urbano ya no es tierra
libre ni común. Yo me he encontrado ahora visitando Argentina (he estado un mes
viviendo allí) que en algunos barrios o urbanizaciones no se puede entrar sin enseñar el
carné de identidad. Bueno esto es la desaparición de la ciudad, seguramente forzada, por
muchas razones, aquí entraríamos ahora en una descripción muy larga sobre la
diferencia entre América y Europa. América es producto de que en Europa no cabíamos,
digámoslo todo, hay un momento a finales del siglo XIX en que el veinticinco por ciento
de la población irlandesa se va a Norteamérica porque no caben, porque ya están
cultivando los montes, las calvas de los montes, lo menos productivo. Y toda la ciencia
económica nació de la teorización de esa realidad, de la utilidad marginal, etcétera.
Bien, por tanto todo lo que sea americano es una concepción del espacio absolutamente
distinta, si alguna cosa abunda en América es el espacio. Una vez en Wyoming recuerdo
que pregunté “¿Cuánto vale la tierra aquí?”, me dijeron ”depende”, y dije “¿Depende de
qué?”, y dice, “Quanta en vol?”, dice “Cuánta quiere? Depende de la cantidad que usted
compre.” Es decir que la tierra, el espacio en Estados Unidos, en América en general, si
compras mucha te hacen un buen precio, al revés que en Europa, donde te lo hacen si
compras poco precisamente, te lo hacen cuando pueden. En todo caso es eminente que
la experiencia europea de convivencia en el espacio, no digo que no tenga otros lugares
de comparación que sí los tiene. Pero en todo caso trasladar modelos, pautas de
comportamiento arquitectónico, urbanístico, político, de gobernación de las ciudades y
de consideración del espacio de América a Europa es absolutamente imposible.
Hoy, por otra parte, la movilidad de la población es tal que un 15 %, me parece que es
un 15,6 % de la población de la ciudad de Barcelona es gente venida de fuera. Y sin
embargo tenemos una ciudad y un país tolerante, que comparte valores y que hasta
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�ahora en líneas generales acoge e integra la llegada de inmigrantes procedentes de otras
culturas, con la mano, en fin, con la mirada abierta. Así se desprende al menos Del
avance de resultados de la encuesta de valores sociales que se hizo en el año 2006.
Bien, para terminar, ¿Qué es y qué representa en este escenario la cultura? ¿Qué es la
cultura? “De hecho sino la posibilidad de que los hombres y las mujeres actúen juntos
sin la compulsión de ser idénticos”, como decía Richard Sennett. Quizá sea esta
diferencia consentida, como un proceso de cambio continuo, la que explica la fuerza
transformadora de la ciudad europea. El camino a seguir pues pasa por, sin duda, el
desarrollo de la particularidad. Pero el desarrollo de la particularidad quiere decir
también el saber aunar lo que en Roma se llamaría la subsidiariedad y por orto lado la
cohesión. Subsidiariedad entendiendo siempre, como he dicho antes, que es el poder
lejano el que debe justificar su presencia y no el poder cercano. Es decir, es la
Constitución Europea la que tiene que decir “Europa se quiere quedar esto”, porque
considera que los poderes cercanos no lo pueden hacer. Lo que no puede hacer Europa
es decirle a las ciudades “Europa es esto y ustedes lo que les queda”, no. Europa es lo
que le queda al conjunto cuando la parte ha dicho lo que puede hacer y ha demostrado
que lo puede hacer. Esta es mi idea de la repartición de las competencias en el espacio.
En Cataluña se ha trabajado para vertebrar un territorio en red, sabemos que la
desaparición de fronteras con Francia significa que no hay frontera imaginable con
nadie más. Por supuesto, con las demás comunidades autónomas de España pero en el
conjunto de Europa, sabemos que vamos a una nueva patria común que se llama
Europa. En el momento en que la moneda, el ejército y las grandes decisiones y la
bandera sean, son, ya lo son, europeas para todos nosotros en común es evidente que
estamos viviendo en una nueva gran nación, que se llama Europa. Creo que la
desaparición de las fronteras, estatales en Europa, significa también que Lisboa sufre
tanto o más que Barcelona la deslocalización de empresas y de profesionales hacia
Madrid, por ejemplo. Es decir, ha habido pequeños fenómenos de competencia que son
interesantes, por otra parte, entre Barcelona y Madrid, esto es histórico, pero menos
conocidos son otros que en definitiva tienen la misma raíz. Un mercado común, un
mercado único quiere decir más movilidad y menos estabilidad de las empresas, de las
actividades instaladas en ellas. Entre tanto, por ejemplo, la región Vigo-Oporto, o sea,
Portugal-España, es un eje totalmente consagrado que tiene mucha más, digamos,
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�relación interna entre sus dos extremos que la que puedan tener supongamos cualquier
ciudad de Galicia y cualquier ciudad incluso al norte de España. También es el caso de
la Eurorregión Pirineos Mediterráneo, que ya es una práctica de cooperación
transfronteriza entre comunidades autónomas españolas y francesas, y ya en el futuro
supongo que italianas.
La matriz urbana de Europa debe promover una cosa que la Unión hasta ahora quizá no
ha hecho suficientemente, que es la conciencia de que la Unión no tiene que interferir en
la organización interna ni de los estados, ni de las regiones o nacionalidades, y que las
tradiciones políticas y la diversidad competencial, cultural y lingüística son para Europa
un activo y no un problema o no son sobre todo un problema, aunque sea problemática
muchas veces. La Europa de los estados en un cierto sentido es más lenta que la Europa
de las regiones y las ciudades, una Europa pensada como sistema de ciudades es una
Europa pensada con la ciudadanía y por tanto mejor comprendida. Es decir, una Europa
al mismo tiempo unida y federal, o federalizante. Creo que el ejemplo de Cracovia y
Barcelona debe ser paradigmático en el intento de poner ideas y valores en común como
fruto de unas experiencias históricas que expresan la diversidad de nuestro continente,
pero también sus oportunidades de poner cosas en común. Hace tres años intervinieron
Kurt Biedenkopf, Bronislaw Geremek, Krzysztof Michalski y Michel Rocard se
hicieron una pregunta que tenía el siguiente contenido: “¿Qué conceptos morales, qué
tradiciones y qué objetivos son capaces de reunir en una estructura democrática a los
habitantes de la Unión Europea? Hoy sabemos... Michalski, ¿Cómo se pronuncia?
¿Michalski? Hoy sabemos que la integración económica no puede ocupar el lugar de las
fuerzas políticas a pesar de su importancia. Debemos comprender que el espacio
cultural europeo es un proceso político y cívico que se modelará a través de la acción
colectiva, y en este proceso la reflexión es compartida, Cracovia y Barcelona nos
pueden ayudar a adquirir la fuerza de ir siguiendo el camino de la integración y de la
diversidad, o sea de la diversidad y de la integración cívica.
Junto con las soluciones intergubernamentales se deben alzar soluciones comunitarias
que instauren un demos, en griego “común, compartido”, europeo, con elecciones,
partidos y esfera pública europea. Y con ella, y con esta, con este demos, una aceptación
del principio de la proximidad y de la realidad de los pueblos que conviven dentro de
muchos estados.
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�Quiero terminar con dos citas, una de Wislawa Szymborska en el poema Cielo, expresó
lo siguiente: “La división entre tierra y cielo no es la manera más adecuada de pensar en
el todo, sólo nos permite sobrevivir en una dirección más exacta, esta distinción nos
permite sobrevivir en una dirección más exacta, más fácil de encontrar a alguien que
nos buscaba”; y una cita de Salvador Espriu, un poeta catalán, cuando le pidieron:
“¿Qué dice usted de Europa? Hable usted de Europa”, en el año 1959, y dijo, en plena
dictadura en España, y dijo con cierta valentía, por supuesto: “Por eso ahora es tan
profunda nuestra esperanza. En mi sueño, ya contemplada realidad, en mi sueño, ya
realidad contemplada, de integrarnos en un tiempo que sentimos próximo, salvadas
nuestra lengua y nuestra historia, en una unidad superior que lleva el nombre abierto
bellísimo de aquella hija de Agenor, Europa, que una sabia mirada vio prodigiosamente
pasar de la costa fenicia a las playas de Creta. Cuando llegue el día habremos hecho el
primer e imborrable paso hacia la suprema unión e igualdad de todos los hombres.”
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Dublin Core
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Title
A name given to the resource
13. Expresident de la Generalitat de Catalunya
Date
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2006 --
Type
The nature or genre of the resource
Sèrie
Description
An account of the resource
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Title
A name given to the resource
Barcelona becoming a cosmopolis
Spatial Coverage
Spatial characteristics of the resource.
Cracòvia (Polònia)
Abstract
A summary of the resource.
Seminari “Barcelona and Krakow: changing visions, visions of change”, organitzat pel Centre Internacional de Cultura (ICC) de Cracòvia i el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB).
Language
A language of the resource
Castellà
Subject
The topic of the resource
Barcelona
Globalització
Cracòvia
Barcelona
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Maragall, Pasqual, 1941-
Type
The nature or genre of the resource
Conferència
Format
The file format, physical medium, or dimensions of the resource
Textual
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
2007-03-30
EAD Archive
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Level
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